El amor en tiempos del Coronavirus
Seguramente no seré la primera ni la última que relate su propia historia sobre este tema, pero hoy es conveniente reflexionar cómo se dan esas relaciones actuales en medio de condiciones sumamente diferentes a las de hace cien años. Me preguntaba hoy mientras leía precisamente el libro de Gabo, El amor en los tiempos del cólera, y recordé que por lo menos intenté empezar a leerlo unas 15 veces pero no lograba tener empatía con la historia aunque hubiese repetido infinitas veces, la lectura de sus primeras dos páginas. Sin embargo, hoy adelanté un poco más, y me percaté de las marcadas diferencias que existían entre la comunicación, la fidelidad y las relaciones amorosas. Todo podríamos compararlo, pero no sería justo poner en desventaja a cada época teniendo en cuenta las variables y factores que estaban a favor en su propio tiempo.
Por un lado, si empezamos por la comunicación, todo era relativo a la distancia de la que nos encontraramos, eran las cartas y luego el telégrafo, a pulso y con hojas de todo tipo, las que viajaban por tantas manos y buques, por mulas y caminatas hasta dar la razón esperada, bien decía Gabo, para llevar noticias nefastas o alegres. No obstante, el modo de comunicarnos hoy, en el 2020, es tan fluido e inmediato que cargamos con la necesidad de responder y así mismo, obtener una respuesta rápida; no se admiten mensajes ignorados, o peor vistos e ignorados porque es de mal gusto y genera malestar, en la mayoría de las personas.
Para la mayoría de profesiones y oficios, ahora tener la información en tiempo real de cualquier asunto, es mucho más factible, necesaria y justa de lo que se podía pretender hace 20 años, cuando apenas aparecían los teléfonos celulares con funciones básicas, y sin imaginarlo, llegaron las redes sociales y apps de mensajería instantánea; y al menos casi todos tienen que por lo menos, tener una de estos perfiles en WhatsApp, Facebook, o en Instagram y en raros casos en un tal Telegram. La diversidad de apps para comunicarse son tan diversas como las hojas donde se enviaban cartas, y el fin era el mismo, un mensaje que esperaba ser respondido; sin olvidarnos de los seguros y confiables que se han mantenido a lo largo de estas décadas como lo son los correos electrónicos, que hoy siguen siendo parte de nuestra vida, afortunadamente.
Pero ¿cómo es posible que no haya cambiado en nada la manera cómo nos relacionamos por estos medios cuando se trata del amor? Sencillo, cuando las distancias o circunstancias extraordinarias apremian, nos vemos obligados a buscar la forma de estar con el otro en contacto, y la escritura nos permite saber cómo estamos en ausencia sin preocuparnos tanto de la presencia. Entonces, si era posible mantener un amor por medio de esas líricas y perfumadas cartas, que no sólo indicaban entrega y dedicación por su extensión o redacción romántica; ahora en este tiempo basta con enviar un saludo corto y un par de emoticones para esperar una respuesta similar pero rápida porque sino la ansiedad nos acaba.
Mientras que la carta te permitía la libertad de esperar sin amargar, porque no dependía del remitente sino de que las condiciones fueran las adecuadas para que llegara sin problema. Cartas se pudieron extraviar, robar, reemplazar o romper pero ahora ni eso es posible mientras capturas la pantalla con la conversación de lo que otro dijo desde su perfil, y jamás será borrado de tu memoria, y no la de tu cabeza sino esa, de tu celular.
Retomando unos días después de dejé botado el texto, como dejé otros cursos online por aburrimiento y porque me fastidiaba el tener que hacer algo durante mis vacaciones de cuarentena; quería terminar el tema de las relaciones sentimentales en esta época bajo todas las circunstancias posibles de la comunicación y la virtualidad. Pienso que tantas aplicaciones son aptas para lograr hablar y tener sexo casual, quizá salir a comer algo y bailar. Aún así todo se remonta a que los que siempre tendrán que buscar llamar la atención de las chicas, sea por su físico, sus estudios, sus presumidos viajes, mascotas, o incluso, lo típico de mostrar como autos o motos.
Por un lado, si empezamos por la comunicación, todo era relativo a la distancia de la que nos encontraramos, eran las cartas y luego el telégrafo, a pulso y con hojas de todo tipo, las que viajaban por tantas manos y buques, por mulas y caminatas hasta dar la razón esperada, bien decía Gabo, para llevar noticias nefastas o alegres. No obstante, el modo de comunicarnos hoy, en el 2020, es tan fluido e inmediato que cargamos con la necesidad de responder y así mismo, obtener una respuesta rápida; no se admiten mensajes ignorados, o peor vistos e ignorados porque es de mal gusto y genera malestar, en la mayoría de las personas.
Para la mayoría de profesiones y oficios, ahora tener la información en tiempo real de cualquier asunto, es mucho más factible, necesaria y justa de lo que se podía pretender hace 20 años, cuando apenas aparecían los teléfonos celulares con funciones básicas, y sin imaginarlo, llegaron las redes sociales y apps de mensajería instantánea; y al menos casi todos tienen que por lo menos, tener una de estos perfiles en WhatsApp, Facebook, o en Instagram y en raros casos en un tal Telegram. La diversidad de apps para comunicarse son tan diversas como las hojas donde se enviaban cartas, y el fin era el mismo, un mensaje que esperaba ser respondido; sin olvidarnos de los seguros y confiables que se han mantenido a lo largo de estas décadas como lo son los correos electrónicos, que hoy siguen siendo parte de nuestra vida, afortunadamente.
Pero ¿cómo es posible que no haya cambiado en nada la manera cómo nos relacionamos por estos medios cuando se trata del amor? Sencillo, cuando las distancias o circunstancias extraordinarias apremian, nos vemos obligados a buscar la forma de estar con el otro en contacto, y la escritura nos permite saber cómo estamos en ausencia sin preocuparnos tanto de la presencia. Entonces, si era posible mantener un amor por medio de esas líricas y perfumadas cartas, que no sólo indicaban entrega y dedicación por su extensión o redacción romántica; ahora en este tiempo basta con enviar un saludo corto y un par de emoticones para esperar una respuesta similar pero rápida porque sino la ansiedad nos acaba.
Mientras que la carta te permitía la libertad de esperar sin amargar, porque no dependía del remitente sino de que las condiciones fueran las adecuadas para que llegara sin problema. Cartas se pudieron extraviar, robar, reemplazar o romper pero ahora ni eso es posible mientras capturas la pantalla con la conversación de lo que otro dijo desde su perfil, y jamás será borrado de tu memoria, y no la de tu cabeza sino esa, de tu celular.
Retomando unos días después de dejé botado el texto, como dejé otros cursos online por aburrimiento y porque me fastidiaba el tener que hacer algo durante mis vacaciones de cuarentena; quería terminar el tema de las relaciones sentimentales en esta época bajo todas las circunstancias posibles de la comunicación y la virtualidad. Pienso que tantas aplicaciones son aptas para lograr hablar y tener sexo casual, quizá salir a comer algo y bailar. Aún así todo se remonta a que los que siempre tendrán que buscar llamar la atención de las chicas, sea por su físico, sus estudios, sus presumidos viajes, mascotas, o incluso, lo típico de mostrar como autos o motos.
Sin embargo, no dejan de aparecer hombres narcisistas, machistas, engreídos y aprovechados.
El tener, el mostrar, el deslumbrar, el convencer, y todo eso ha sido parte de esta generación con mayor inmersión en redes sociales para atraer. Hay más fijación en cómo lucimos para descrestar, y engañar al ojo del otro o de la otra. Las relaciones entre tanta información que va y viene, se mantienen por la confianza que aún es real, en muy pocos casos. Y que se puede perder por un like, una reacción, una foto no borrada, una conversación indecente, un contacto sospechoso.
El tener, el mostrar, el deslumbrar, el convencer, y todo eso ha sido parte de esta generación con mayor inmersión en redes sociales para atraer. Hay más fijación en cómo lucimos para descrestar, y engañar al ojo del otro o de la otra. Las relaciones entre tanta información que va y viene, se mantienen por la confianza que aún es real, en muy pocos casos. Y que se puede perder por un like, una reacción, una foto no borrada, una conversación indecente, un contacto sospechoso.
Todo está sujeto a irse al carajo por tener esas opciones de comprobar sospechas, en menos de diez segundos y todo al alcance de nuestra mano, un celular.
Parece ser que la infidelidad sigue doliendo y sigue siendo un dolor de cabeza en esta actualidad, pero no se debe mostrar debilidad sino fortaleza, a pesar de estar muriendo, a pesar de no querer sacar clavos con otros. Por lo menos sigue siendo mal visto, porque al final, el daño siempre será el mismo, aquí y en la mismísima China.
Parece ser que la infidelidad sigue doliendo y sigue siendo un dolor de cabeza en esta actualidad, pero no se debe mostrar debilidad sino fortaleza, a pesar de estar muriendo, a pesar de no querer sacar clavos con otros. Por lo menos sigue siendo mal visto, porque al final, el daño siempre será el mismo, aquí y en la mismísima China.
Cuadro de algún artista europeo. Foto tomada en Berlín de 2019.
Comentarios
Publicar un comentario