22-03-2020
Los primeros días de encierro...
Bogotá, Colombia.
Hace unos días, han pasado sucesos inesperados, y hoy domingo donde queremos salir a compartir con otros, en el parque, en la calle, en el restaurante y solo se oyen niños tratando de jugar en el interior de nuestro conjunto, en las zonas comunes, estrechas e incómodas. Todo me hizo pensar, en que los conjuntos residenciales, para proyecciones futuras tienen que ser diseñados de maneras diferentes, que deben existir espacios de comunidad y para la colectividad, no era de sobra integrarse con el vecino de vez en cuando. La gente hace ejercicio desde sus casas, en la sala o el cuarto adaptado para gimnasio casero, abren sus ventanas recibiendo la mayor luz que afortunadamente se puede aprovechar, por la orientación adecuada. Quizá ahora, podemos vernos las caras, no para hablar pero si sentir con la mirada la compañía del otro. Como es que no vimos esta vida en comunidad que se nos habia perdido, o nunca había existido, y lo digo con una nostalgia profunda de lo que hace unos días habia reclamado en otros escritos.
Es una sensación extraña, de acercamiento al otro, de saber quien es mi vecino, porque no lo había visto antes. Es una pandemia que como cada cien años debía suceder, según las teorías no comprobadas de la historia, y todo para juntarnos, y distanciarnos, y reconocernos como la especie humana que somos, como nos comportamos, como nos sentimos y desarrollamos como individuos sociales. Ahora escucho a Diana Uribe, hablando sobre el amor en los tiempos de cólera, debo leerlo, el tiempo de leer estos bellos e icónicos libros que he dejado de lado, que compré compulsivamente, unas semanas atrás y ahora los puedo leer.
Y mientras escribo todo esto, escucho los carritos de los niños jugando en el interior, en los andenes del conjunto luego del almuerzo, dando vueltas y acompañados de sus padres. Con la ironía de tener los parques solos, pueden ir los perros y adultos, lo que ahora es más que aceptado en nuestra sociedad, y aprovechar el contacto exterior en un lapso de 20 minutos. Entramos en un comportamiento de cercanía aún más profundo. Y de sanarnos, quizá, como se está exhortando por ahí en esas frases de tiempos atrás. Es el tiempo de recuperación de la naturaleza y donde los invencibles hombres malvados pretendieron el mal, cuando puede que suceda una revolución y lo que haremos será prepararnos para una fuerte época de situaciones fuera de control social, religioso y económico.
Acabo de tener un Dejavu, si el movimiento moderno surgió en 1920, y la epidemia con la gripe española se dio en 1919 que mató a 30 millones de personas (dato en confirmación), quiere decir que este movimiento fue el resurgimiento en los modos de vida donde tenía que ser todo más limpio e higiénico, todo tenía que mantener un orden, y todo zonificado para que funcione como una máquina, fue el motor de la industrialización en la producción de arquitectura y de la vivienda, el nacimiento del Movimiento Moderno.
Bogotá, Colombia.
Hace unos días, han pasado sucesos inesperados, y hoy domingo donde queremos salir a compartir con otros, en el parque, en la calle, en el restaurante y solo se oyen niños tratando de jugar en el interior de nuestro conjunto, en las zonas comunes, estrechas e incómodas. Todo me hizo pensar, en que los conjuntos residenciales, para proyecciones futuras tienen que ser diseñados de maneras diferentes, que deben existir espacios de comunidad y para la colectividad, no era de sobra integrarse con el vecino de vez en cuando. La gente hace ejercicio desde sus casas, en la sala o el cuarto adaptado para gimnasio casero, abren sus ventanas recibiendo la mayor luz que afortunadamente se puede aprovechar, por la orientación adecuada. Quizá ahora, podemos vernos las caras, no para hablar pero si sentir con la mirada la compañía del otro. Como es que no vimos esta vida en comunidad que se nos habia perdido, o nunca había existido, y lo digo con una nostalgia profunda de lo que hace unos días habia reclamado en otros escritos.
Cruce de la Avenida Cali con Calle 72, foto tomada en Marzo de 2020.
Bogotá, Colombia
Bogotá, Colombia
Es una sensación extraña, de acercamiento al otro, de saber quien es mi vecino, porque no lo había visto antes. Es una pandemia que como cada cien años debía suceder, según las teorías no comprobadas de la historia, y todo para juntarnos, y distanciarnos, y reconocernos como la especie humana que somos, como nos comportamos, como nos sentimos y desarrollamos como individuos sociales. Ahora escucho a Diana Uribe, hablando sobre el amor en los tiempos de cólera, debo leerlo, el tiempo de leer estos bellos e icónicos libros que he dejado de lado, que compré compulsivamente, unas semanas atrás y ahora los puedo leer.
Y mientras escribo todo esto, escucho los carritos de los niños jugando en el interior, en los andenes del conjunto luego del almuerzo, dando vueltas y acompañados de sus padres. Con la ironía de tener los parques solos, pueden ir los perros y adultos, lo que ahora es más que aceptado en nuestra sociedad, y aprovechar el contacto exterior en un lapso de 20 minutos. Entramos en un comportamiento de cercanía aún más profundo. Y de sanarnos, quizá, como se está exhortando por ahí en esas frases de tiempos atrás. Es el tiempo de recuperación de la naturaleza y donde los invencibles hombres malvados pretendieron el mal, cuando puede que suceda una revolución y lo que haremos será prepararnos para una fuerte época de situaciones fuera de control social, religioso y económico.
Acabo de tener un Dejavu, si el movimiento moderno surgió en 1920, y la epidemia con la gripe española se dio en 1919 que mató a 30 millones de personas (dato en confirmación), quiere decir que este movimiento fue el resurgimiento en los modos de vida donde tenía que ser todo más limpio e higiénico, todo tenía que mantener un orden, y todo zonificado para que funcione como una máquina, fue el motor de la industrialización en la producción de arquitectura y de la vivienda, el nacimiento del Movimiento Moderno.
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