Saber de ti, saber de mi.

Serán nimiedades que se me ocurren mientras él me contaba, sin presiones que al fin no decidió acabar con todo, y aquí estaba respondiéndome por enésima vez un mensaje en el que yo le agradecía por no hacerlo, como broma y en la seriedad que me caracteriza.

Es algo grave, no lo minimizo pero que tengo que ver yo en medio de su situación, él no tiene porque darme explicaciones de nada y aún así espero que él se recupere por partes y me quiera volver a ver, que es lo más patético, que he esperado, y no sólo con eso, me atrevo a insinuar una invitación por la tarde, que quien sabe como terminará después.

Cada noche sempiterna y de sosiego, se me vuelven lúcidos los recuerdos con la nitidez perversa de la nostalgia. (GABO) Quería citar esa frase, con la intensidad que la merece, porque confieso que la he vivido con más fuerza ahora que nunca antes. Cada caricia y beso desprovisto de mi confianza, cada uno tan huérfano como él, tan cínico y tierno, cómo la peculiaridad de su ser grande y travieso; y todo aquello, quedó encriptado en la memoria entrañable de mi piel.

Te digo que te recuerdo con cada letra que suena súbitamente, junto a esa melodía cursi vienes tú, con tus cabellos locos y ojos pícaros, tus manos inquietas; buscando como infante mi rostro y mis manos para descontrolar las pocas neuronas cuerdas, que intentan mantener la compostura femenina. No imaginas, ni lo harías porque tú tendrás otra forma de evocar cómo fue ese encuentro, tal vez fue desesperado e impulsivo, lo recuerdas quizá, con pena de haber puesto otro pie en ese limítrofe amistoso en el que nos encontrábamos, pero yo te ayudaría a corregir esos detalles que no fueron claros, con otros que mejorarán las impresiones de amor de aquella vez.

No fuiste el único que tamizó la soledad eterna con un encuentro furtivo e inventado, lleno de incertidumbre, de sorpresas cariñosas y música mundana. No te lo confesé porque pensé que al rendirme ante tus atenciones ya conocidas, iba a ser suficiente para dejarte el mensaje de que no eras el único que se sentía atraído, al punto de consumar la tensión de hace unos meses atrás. Parecía que un solo baile, me entregaras tu vida, hablando bajito.

Lo que me asusta de ti, precisamente es que despiertas eso que estaba olvidado en aquel cajón de los sueños de princesas archivado, en la última gaveta de mis ilusiones, y que contienen despojos del enamoramiento, con flores y jardines de colores que se marchitan con el amanecer. Aunque no fuera en serio, jugaba con lo prohibido como si fuera tan real, jugaba con tanta propiedad para explorar esos objetos abstractos llenos de sorpresas, de gestos y risas que estaban reservados para un desconocido del futuro. Esto podría ser fácilmente, una declaración de arrendamiento de mi corazón por unos meses, mientras yo me encargo de que no sufra mucho. Ahí verás si lo quieres tomar o dejar, yo te cobro de otras formas que no impliquen detalles, sino momentos. Y a veces te dejaré usar mis labios, para que no acumules deudas externas, y puedas allí descargar una a una, tus tensiones. Y mis manos, cuando los amigos no sean suficientes y te sientas muy solo, de pronto allí te sientas reconfortado.

Para qué saber de ti, cuando te contesto es porque quiero librarme de ti, más rápido que lento, te contesto porque eres el que me gusta, y no el que Dios quiere para mi. Te contesto porque te prefiero lejos que cerca. Pero a veces te quiero cerca cuando estás tan lejos.

Comentarios

Entradas populares